En esta novela no solo se abordan temas como los mencionados, sino que esta vez un crimen misterioso implicará a la pandilla de amigos de juventud que se reúnen en la vieja mansión de nuestra protagonista Alira.
Alira se debate entre continuar con el legado de su familia o abandonar, como hicieran sus vecinos, su hogar de la infancia en una zona rural.
La novela nos hace meditar sobre lo fugaz del tiempo, el abandono de tierras y campos en pro de "mejores" oportunidades de vida y contribuir así a lo que conocemos como la España vaciada. Mientras unos lo hacen de manera voluntaria, muchos otros ven cómo sus casas en el pueblo son expropiadas y son forzados a buscar otro futuro que no estaba en sus planes. Mientras, otros tratan de volver a la vida rural, a cultivar campos y resucitar aquellos pueblos abandonados donde disfrutar de paz y vivir de lo que nos da la tierra. Como siempre la burocracia, la reticencia de otros se interpondrá en muchos planes.
En este entorno renacerán en Alira sentimientos que creía olvidados, enfrentamientos con el pasado y a cuestionarse todo lo que para ella, hasta ese momento, había sido inmutable.
Es la tercera novela que leo de Luz Gabás y aunque en todas sus novelas el amor siempre está presente, quizás esta me haya sorprendido por ese punto de misterio casi de novela negra que recorre sus páginas.
Y el tiempo... pasa inexorable para todos. Cómo no identificarme con estas palabras:
"Odiaba especialmente el momento anterior a acostarse, cuando se lavaba la cara y reconocía en ella las huellas del tiempo, el avance de la vida hacia otra etapa inquietante. El cansancio del día, las preocupaciones, el implacable envejecimiento evidente en la textura ya imperfecta de la piel y la mirada entristecida se empeñaban en alejarla de la jovencita que todavía percibía en su interior."