Sigo a un bloguero taxista que todas o casi todas sus entradas están inspiradas en lo que sucede en su taxi, o al menos así lo creo yo porque si todo lo que cuenta fuera real sería un fenómeno. Pensando en un viaje que hice recientemente a Madrid se me ocurrió dejar volar mi imaginación e inventarme una historia de amor que perfectamente pudiera ser verídica.
Espero que os guste esta historia de folletín o de película o de la vida misma.
"Bajando del tren nuestros ojos por fin se encontraron, nerviosos, sin saber muy bien qué esperar. Habíamos imaginado ese momento miles de veces, intentando sentir en nuestra piel ese primer contacto visual. Tus ojos negros resultaron ser como un hechizo virtual que se esfumó en el primer saludo, convirtiéndose en un hechizo de verdad del que ya no puedo escapar.
Tantas horas hablando habían hecho que fueras real para mí, real como aquel viaje que había estado dispuesta a emprender, un poco a la aventura. Jamás había hecho nada semejante, pero tomar esa decisión fue una sensación de libertad difícil de definir. Por fin en mucho tiempo me sentí como una mujer, una mujer en toda su expresión, capaz de hacer cosas sola, sin depender de nadie, y eso me hizo sentir especial. Como tus palabras cada atardecer en el chat de la esperanza, del amor y del deseo.
Deseo, una palabra casi olvidada en un rincón del desván. Me sentía deseada, y esa era una de las sensaciones que me hacían vibrar, como las cuerdas de un piano, arrancando de las teclas de mi alma un sonido prodigioso. Tú eras ese virtuoso pianista que hermoseaba mi vida, dándole un nuevo sentido, un motivo más por el que vivir y renacer.
Tantas cosas que nos separaban haciendo de nuestra historia un imposible como la mariposa que se empeña en acercarse a la bombilla candente siendo plenamente consciente del deterioro que eso supone para sus alas, intuyendo que aquello podría significar su muerte. Pero qué más daba, ya estaba muerta, encerrada en un circulo de desencanto, y rutina sin sentido. Sin embargo los nexos de unión entre nosotros eran tan fuertes que nos sentimos como almas gemelas.
Mi cuerpo temblaba como las hojas mecidas por el viento del otoño cuando me abrazaste y sentí el calor de tu cuerpo trasnsmitiéndome tu deseo. Tu deseo por mí, por mi madurez. El roce de tus labios en mis mejillas hacían estremecer hasta las pecas de mi cara, esas que tú te empeñabas en querer contar, por mi cara, por mi cuerpo. Y el deseo se apoderó de mí, obligándome a buscar tu boca, saboreándote como en el más dulce de mis sueños. Tu sabor bajó por mi garganta, quemándome las entrañas de pasión desenfrenada. Tus besos dulces con sabor a fruta joven hicieron que me abandonara a tus deseos y fui tuya en cuerpo y alma volando juntos alcanzando la cima del Everest sin porteadores que llevaran nuestro lastre.
Y el tren pasó rápido, con la velocidad del martín pescador cuando se lanza a por los pequeños e incautos peces que nadan bajo su atenta mirada. Ni siquiera hizo una parada en la estación en la que de repente me encontraba, sola, en el andén de la desesperanza y no hice nada por parar ese tren, ni una señal, ni tú echaste mano del freno de emergencia. Y el tren pasó rápido mientras soñaba que nuestros cuerpos se unían en maravilloso éxtasis. Y el tren pasó y no sé si volverá a pasar."
Un abrazo
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