miércoles, 12 de diciembre de 2018

TARDES DE DOMINGO


Dedicado a mi hermano Ricardo,

Recuerdo los domingos por la tarde, los de mi infancia. Los recuerdo con una mezcla de nostalgia y tristeza o quizás angustia.

Mi padre nos llevaba a mi hermano y a mí al campo cada domingo, en aquel Simca 1000 de color quisquilla que tanta gracia nos hizo cuando lo compró. Allí que nos llevaba a comer la tortilla y los filetes empanados que mi madre había preparado esa mañana. Y comíamos los cuatro a la sombra de los pinos como reza la canción, la mesa y las sillas de camping y las hormigas de invitadas.

Mi hermano y yo teníamos ya nuestro refugio junto a una roca, donde guardábamos las piedras y palos que formaban los enseres de nuestro hogar de domingo. Recuerdo pasar horas allí jugando juntos, imaginando nuestra vida de adultos. Ojalá todo fuera tan fácil.

Cada domingo allí estaban nuestros "juguetes" donde los habíamos dejado la semana anterior, guardados celosamente de miradas indiscretas y posibles rateros.

Pero llegaba la hora de irse, de recoger los bártulos y subir al coche, a los asientos de atrás en los que te podías tumbar porque no había cinturón que te sujetara. Y allí te acurrucabas y echabas una cabezada, el día había sido largo jugando y trotando por el monte. 

Allí sentados de vuelta a casa mi padre ponía la radio y escuchábamos el resultado de los partidos de fútbol, no sé si ya en aquella época existía Carrusel deportivo pero si no desde luego era algo muy similar y era cuando a mí me embargaba la tristeza, el desamparo, la angustia y la soledad. Al día siguiente había que volver al colegio, ese lugar que nunca me gustó, en el que nunca me sentí cómoda. Nunca fui una buena estudiante, no me gustaba, me aburría. Solo soy consciente de aprenderme la tabla periódica de memoria, nada más. Sin embargo me encantaba hacer trabajos en los que la creatividad y las manualidades eran necesarias. Disfrutaba con ello aun a día de hoy lo hago.

Ese sentimiento de domingo por la tarde es lo que ahora denominamos deuterofobia, aversión a los lunes. Recuerdo tan vívidamente esa sensación que aún me abruma. Pero sé que es un sentimiento bastante común, que no soy la única que lo experimenta, por eso deberian prohibir los domingos por la tarde.



Imagen tomada de la red


No hay comentarios:

Publicar un comentario