Hay días que me levanto con una inspiración especial, y me tengo que tirar de la cama apresuradamente para anotar en cualquier papel lo que me viene a la mente antes de que se escape volando por la ventana.
Hoy ha sido uno de esos días, hoy algo se me removió por dentro, algo que me obliga a escribir de sentimientos ahogados, o más bien de sentimientos que se intentan ahogar pero que como un corcho flotan impertinentes y descarados.
Hoy quiero escribir de eso que llamamos amor, que duele, y que si no duele no es amor. Duele porque amas, independientemente de si ese amor es correspondido o no. Los poetas asocian el amor con el dolor, y creo que no se equivocan.
El amor duele.
"Piensan que te olvidé, porque ya no me ven llorar. Creen que mi amor por ti se diluyó, como la acuarela de mis versos.
Piensan que todo fue un encaprichamiento, un enamoramiento pueril que como tal debía llegar a su fin. Como el primer amor de adolescente, que duele con la intensidad de la quemadura de un volcán, pero que queda con el tiempo olvidado en el cajón de las cicatrices pequeñas sanadas por otro amor.
Pero esto no fue un amor de adolescente, fue un amor de madurez, de renovación, de plenitud, de plena consciencia. Piensan que te olvidé, porque ya no me ven llorar.
Sin embargo te cuelas en mis sueños con descaro, atormentándome y haciéndome creer que los pedazos que quedaron de mí se pueden recomponer. Que los lazos que se rompieron en realidad fueron como una cinta elástica que un día te traerán de vuelta a mí.
Y quiero creer que un día será así, que un día recuperaremos lo perdido por culpa de la intensidad febril de las horas de nocturnidad y alevosía. De confidencias a medianoche sin cruces de líneas que llevaran a equívocos. Y piensan que ya te olvidé porque ya no me ven llorar.
Pero lloro, lloro en la intimidad de mi almohada, llora mi corazón con el desgarro de lo perdido, llora porque no te olvidó."
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