miércoles, 23 de julio de 2014

TU VOZ

Estoy segura de que todos nos hemos imaginado a una persona con solo oír su voz. Escuchamos a ese locutor de radio, de voz sensual y automáticamente le ponemos cara.   Lo hacemos incluso con el operario que no nos quiere dar de baja de un servicio via telefónica, pasándonos de una extensión a otra con la música de espera en un bucle cerrado sin fin, así que cuánto más si la persona con la que estamos hablando la conocemos bien. 

Pero, ¿y si la conversación es con la persona amada? ¿No nos encantaría ver la cara de nuestro enamorado, cuando decimos que le amamos, sus gestos, sus reacciones?

Como la romántica empedernida que soy, subo un poema, sí un poema mío, de esos que me salen de las tripas. De esos que de manera torpe intentan plasmar sentimientos, mis sentimientos, sí míos. No soy muy prolija en esto de subir mis poemas, si es que merecen ese calificativo, pero hoy siento esa necesidad. Sí, hoy escribo un poema inspirado en la voz al otro lado del teléfono. Sus sensaciones, mis sensaciones. 


"Te intuyo al otro lado del hilo telefónico,
imagino tus manos temblorosas marcando mi número,
el número de mi deseo, el número de tu pasión.

Dejo que suenen las señales, una, dos... respiro hondo
me recompongo y a la tercera señal, contesta mi boca
con un corazón dentro que late con fuerza
ahogando mis cuerdas vocales.

"Hola mi vida" suena tu voz acariciando mi cara,
mi cuello, mi espalda.
Tu voz cálida que lame el lóbulo de mi oreja,
encendiendo las alarmas de la costa de mi vientre
como el agua de una presa desbordada.

Y muero a cada palabra tuya
que se esconde en cada pliegue de mi piel,
en mis corvas, en mis ingles.

Te escucho en silencio, me deleito en tu voz, 
memorizando y anotando en el bloc de mis entrañas
cada coma, cada acento, cada suspiro.

Suspiros que me arrancas recorriendo kilómetros
hasta llegar a ti perdiendo el norte.
Una rosa de los vientos sin el pétalo de la cordura.

Así te intuyo, así te sueño, así te siento,
así te quiero."

miércoles, 2 de julio de 2014

LA RIDÍCULA IDEA DE NO VOLVER A VERTE

Sin ser una novela propiamente dicha, este libro me ha conmocionado de algún modo. Rosa Montero nos acerca a través de sus palabras a la muerte que forma parte de la vida, pero no lo hace de una manera morbosa, sino de una manera natural tal vez porque haya algo de natural en un hecho que yo considero antinatural como es la muerte, de lo contrario seríamos capaces de aceptar la muerte de un ser querido como un proceso gripal o algo así. Quizás resulta más fácil aceptar nuestra propia muerte, aunque yo no estoy muy segura de eso, pero de lo que sí estoy completamente segura es de que es imposible aceptar la muerte de un ser querido.

Rosa Montero escribe su libro desde su prisma como viuda doliente que siente la imperiosa necesidad de hablar de su esposo. Pero la novela en realidad se centra en Marie Curie y en los diarios a su esposo fallecido Pierre. A través de ella, Rosa habla de su propia vivencia con la muerte de su esposo Pablo y yo a través de ellas recuerdo mi propia vivencia con la muerte de mi padre, el ser más cercano a mí que perdí hace dos años y medio y que aún a día de hoy no consigo pensarle sin que mis ojos se aneguen en lágrimas.

Un párrafo que considero trascendental del libro es este:

"Sí, hay que hacer algo con la muerte. Hay que hacer algo con los muertos. Hay que ponerles flores. Y hablarles. Y decir que les amas y siempre les has amado. Mejor decírselo en vivo, pero, si no también puedes decírselo después. Puedes gritarlo al mundo. Puedes escribirlo en un libro como este. Pablo, qué pena que olvidé que podías morirte, que podía perderte. Si hubiera sido consciente, te habría querido no más, pero mejor. Te habría dicho muchas más veces que te amaba. Habría discutido menos por tonterías. Habría reído más."

Y yo no puedo evitar pensar en mi padre y en todas las cosas que me quedaron por decirle pero que hago ahora, como hice en una entrada anterior, me dirigí a mi padre y le hablé a él porque sentía esa necesidad, como la siente Rosa Montero o como la sentía Marie Curie.

Aunque es un libro que ha empañado mis ojos en más de una ocasión, no te deja mal cuerpo, casi al contrario, te llena de paz interior, porque uno ve reflejados sus propios sentimientos en él, y se da cuenta de que esas emociones no son tan extrañas. La propia autora lo refleja en otro de sus párrafos:

"De algún modo, el narrador es como un médium: sus palabras son la expresión de muchos. Y al escribir, uno siente ese compromiso, esa pulsión de hablar por los otros o con los otros."

Describiría el libro como una obra que no solo te hace mirar a la muerte y aceptarla como viene sino que te acerca al personaje de Marie Curie, que he de reconocer para mí ha sido un descubrimiento. Lejos de ser una mujer fría, ese era el concepto que yo tenía de ella, era una mujer incansable, curiosa, creativa, luchadora, una mujer ávida de conocimiento y apasionada e intensa en el amor.

Atrévete con este libro que removerá tus entrañas sin causarte dolor.