miércoles, 24 de abril de 2019

DE AQUELLOS BARROS ESTOS LODOS

Ya lo dice el sabio refranero español: "de aquellos barros estos lodos". Y es que a veces no es de extrañar que haya que lamentarse por cómo vienen siendo las nuevas generaciones. Me explico.

El otro día mientras estábamos esperando en la cola del cine, contemplamos con estupor e incredulidad como unos padres entraban con su retoño que no debía tener más de cinco años a la sala en la que se proyectaba una película de terror que ni yo reuniendo todo mi arrojo y valentía sería capaz de ver, a saber La Llorona.

Pensando que quizás esos padres se habían equivocado de sala le comentamos a la chica de la taquilla el asunto y para nuestra sorpresa nos dijo que efectivamente iban a ver esa película y que ella les había advertido de lo inapropiado de llevar al niño y los padres le contestaron que el niño está acostumbrado a ver películas de terror en casa. Ella nos comentó que muy a su pesar solo pueden hacer esta observación pero no pueden prohibir la entrada ya que la legislación solo prevé que se haga una recomendación por edades y es decisión de cada cual.

¿Cómo calificaríamos a esos padres? Inmaduros, inconscientes, insensatos, irresponsables y sin dos dedos de frente, todo eso diría yo. ¿Realmente está la mente tierna de un niño preparada para soportar semejante terror? No soy psicóloga infantil pero estoy segura de que no. Una pequeña experiencia personal así me lo ratifica. Viendo con mis hijos una película para toda la familia y con tintes de comedia como es Nueve Meses, hubo una escena que impactó tanto a mi hijo pequeño que esa noche no pudo dormir del miedo que le provocó y esta fue una imagen de una mantis religiosa a tamaño gigante. Entonces una película de terror como es La Llorona, ¿qué efecto puede tener en un niño de cinco años?

En fin, lo más probable es que sean los padres los que necesitan madurez y responsabilidad para criar a sus hijos. Y pongo otro ejemplo, en una tienda de videojuegos observamos cómo un jovencito quiere comprarse un videojuego de extrema violencia cuya carátula advierte claramente que es para mayores de 18 años. El jovencito va con su papá y al momento de pagar el videojuego el vendedor advierte de tal asunto al papá que contestó sin remordimientos que no importaba así que se lo compró. Ejemplo claro de padre irresponsable.

Luego nos lamentamos por cosas que suceden cuando mentes tiernas e infantiles soportan cosas que a todas luces sus padres debieran evitar.

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