Esta ha sido de esas historias que transmite a la perfección lo que era esa España de nuestros padres y quizás un poco también de los que ya peinamos canas. Esa educación en la que la mujer estaba casi prácticamente para nada más que procrear y cuidar de su familia y cualquier otra opción estaba mal vista, a menos que fueras una solterona y tuvieras que trabajar para comer. Lo "normal" era tener un marido que te mantuviera. Naturalmente la novela no trata solo de eso, pero el contexto, una España provinciana, pacata y pobre, excepto para unos pocos muy próximos al régimen que se implementó tras una cruenta guerra civil, nos ayuda a entender a Sofía y su sensación de clausura intelectual además de un conformismo que se ve obligada a acatar.
Sofía y Daniel llevan esta vida, él trabaja en el bufete de abogados del autoritario de su padre y ella una ama de casa con vida anodina aunque ellos son de los privilegiados españoles que no pasan necesidades. Un buen día Daniel recibe una carta anónima que cambiará por completo sus vidas. Si quiere conocer a su verdadera madre deberá ir a París. Inquiriendo a su padre sobre este asunto éste le recomienda dejarlo pasar, sin embargo Daniel necesita, a partir de ese momento conocer la verdad. Este viaje trastocará absolutamente todo en su vida y en la de Sofía.
La historia no puede ser más apasionante. Madrid, París y su mayo del 68, el muro de Berlín, la Stasi y el KGB, y los servicios de contraespionaje en los últimos años de la España franquista, son los entornos en los que tendrán que moverse nuestros personajes.
Esta autora me ha hecho empatizar con los protagonistas y ha sido de esas novelas que después de leerla me ha dejado una sensación de orfandad. Los lectores empedernidos me entenderán. Me ha encantado su estilo y sin duda volveré a leer otras novelas suyas.

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