viernes, 14 de marzo de 2014

MAREA VIVA

En los tiempos convulsos que nos ha tocado vivir, muchas personas sufren una enfermedad que trastorna el modo de ver las cosas y de vivirlas. Tantas situaciones, tantas presiones a las que somos sometidos, nuestras propias decisiones, malas decisiones, nos abocan a sufrir un trastorno de este tipo en algún momento de nuestra vida. Y si tenemos la suerte de no padecerla, seguro que tenemos a alguien a nuestro alrededor que sí. Estoy hablando de la depresión.

Este relato, cuento o historia, como lo queráis llamar, es lo que se podría sentir cuando las fuerzas te fallan y quieres acabar con todo. Pero también es una oda a la vida, a la lucha, a las cosas hermosas que nos rodean por las que merece la pena vivir. Lo escribí estando en una situación de inmensa tristeza y por eso está escrito desde el sentimiento más profundo, pero sobre todo quiero que os quedéis con lo positivo del relato y de la vida en general. 

Espero que os guste.

"Cada mañana el rugir de las olas despertaba su anhelo de vivir, la permitía respirar, huir de la sensación de ahogo que una ciudad sin mar la producía.

En su paseo matinal se acercaba al acantilado y observaba hipnotizada la fuerza de las olas rompiendo contra las rocas y escuchaba casi extasiada el ruido que las piedrecillas hacían al retirarse las olas, como escarabajos huyendo en estampida. Ese día era un día gris, lleno de claroscuros, como estaba su vida. Creía escuchar al mar llamándola con la urgencia de un amante adolescente, tapó sus oidos para no escuchar. Hoy no, hoy tampoco acudiría a su llamada. Lo observaría desde la orilla, sin prisas, con detenimiento, calibrando bien si ese amante la convenía. Pero era un amante persuasivo y meloso que susurraba a sus oídos palabras de amor incondicional. Cerró sus ojos y se vió a si misma cabalgando las olas como una indómita amazona. Era hermoso, de ojos azules y su cabello blanco de espuma de mar. 

Se tumbó al borde del acantilado y siguió escuchando su llamada, pero ella se resistía a caer en sus brazos. Sintió su aliento en la cara y una humedad salada que recorría su cuerpo. Atrapó con su lengua el sabor de su amante... le gustó su sabor. Solo tenía que rodar sobre sí misma para abrazarlo, para abandonarse a una paz de delirio. La llevaría al climax como un tsunami devastador, era tentador. Una marea viva que limpiaría todo a su paso, dejando la costa de su alma libre de toda arena que penetraba en sus huesos haciendo doloroso el camino por la vida. El mar no se somete a ningún molde y en cierto modo se identificaba con él, desbocado e inconformista.

Realmente era un amante persuasivo, con canto de sirena capaz de llevar a la locura. Un paso en falso y será un amor eterno. Pero su anhelo era respirar, vivir, gozar y gritarle al mundo y a ese amante: "¡Nunca seré tuya.  Eres un amante hermoso pero egoísta, bien lo sé. Lucharé contra tus vientos y tus mareas. No conseguirás que zozobre mi deseo de vivir y a-mar en libertad!"

Se levantó y se alejó del borde del acantilado, no quería escuchar más. Hoy no, hoy tampoco acudiría a su llamada."

2 comentarios:

  1. Solo decirte que sé lo que es pasar por esa situación y plasmas todo muy bien. en su momento también escribí un pequeño texto viendo sobre todo el lado positivo, pero el blog en el que se colgó ya no tiene mis contenidos y por Facebook anda ya muy perdido entre mis múltiples idas de olla.

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  2. Muchas gracias Rudy por tu comentario. Hay que intentar siempre ver el lado positivo de las cosas y jamás, jamás tirar la toalla.

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